Las marítimas

Tinc l'amarga enyorança d'aquell temps de les Èglogues

Vicent Andrés Estellés

Égloga V

Navegando en la calma del verano,

en el suave vaivén, en la dichosa

inmediatez del cielo, de la tarde,

los dos amigos, Marco y Gavilán,

flotando en una breve plataforma

con los pies remojados en las olas.

Los gritos astillados, a lo lejos,

de barcos y bocinas y gaviotas.

GAVILÁN

¿Cómo va con Varinia?, que hace días

que no te nos lamentas ni te excitas.

MARCO

Debes estar cansado ya de nuestros

largos, pesados y amorosos cuentos…

sobre todo, teniendo en cuenta que

tú todavía no has tenido nada

interesante que contarnos.

GAVILÁN

interesante que contarnos. ¡Bah!

No te preocupes por mis cosas, Marco,

que más pronto que tarde os retendré

con una relación entretenida.

Podríamos incluso hacer un juego

y contarlas todas la misma noche,

como un concurso.

MARCO

como un concurso. Ganará la mía.

GAVILÁN

La mía, cuando esté, será de traca.

Nemoroso y Silvano, braza larga,

remontan la distancia, crol y espalda,

se lanzan pullas, se zambullen luego

con sinuoso rumbo o cojo remo.

GAVILÁN

¡Eh! Nemoroso, ¿cómo es que no viene

Salicio juntamente?

NEMOROSO

Salicio juntamente? ¿No lo sabes?

Ha salido con Laura el muy imbécil.

GAVILÁN

Parece que la cabra tira al monte.

SILVANO

Parece.

GAVILÁN

Parece. ¿Y mañana por la noche?

NEMOROSO

Más le vale venir, porque si no…

MARCO

Anda que si montamos una fiesta

por él, y no aparece…

NEMOROSO

por él, y no aparece… Más le vale.

NEMOROSO

Dejemos eso y vayamos al grano.

Por las calles estrechas de detrás

de la iglesia se cuenta que has dejado

de pensar en Belona, ¿eh, Silvano?

GAVILÁN

¡¿De dónde sacas esa tontería?!

Aquí el amigo está tonto perdío.

MARCO

Eso es verdad, está embrujado.

NEMOROSO

Pues entre los geranios y las rejas

se oyen decires de amigas y viejas…

GAVILÁN

Déjate de preludios, venga, cuenta.

NEMOROSO

En la Plaza del Plomo esta mañana

oí decir que la pasada noche

dormiste el sueño de los trigos blancos.

SILVANO

¿Qué es lo que quieres decir, Nemoroso?

NEMOROSO

Que te entendiste con la panadera.

MARCO y GAVILÁN

¡Galatea!

NEMOROSO

¡Galatea! Exacto.

GAVILÁN

¡Galatea! Exacto. ¡Bribonazo!

MARCO

Qué bien callado lo tenía el tío…

GAVILÁN

¿Qué ha pasado con tus "¡Ah! Belona… ¡Oh!

Belona… ¡Oh, tus bronces! ¡Uy, tus piernas!

Todos ríen y ruedan hasta el borde.

Caen al mar, o se lanzan dando gritos

feroces, desmembrados, juveniles.

NEMOROSO

¿Tú es que no sabes que un clavo con otro

sale?

SILVANO

sale? La extraño mucho, creo que

se podría decir que aún la quiero.

Pero también Galatea me gusta.

¿No me pueden gustar dos a la vez?

MARCO

Y tres y cuatro.

GAVILÁN

Y tres y cuatro. Anda que… A mí,

sin ir más lejos, mientras estén buenas

todas me gustan.

NEMOROSO

todas me gustan. ¿Cómo habías de ir

más lejos? ¿Cuándo te has quedado tú

antes del límite? ¿Eh, Gavilán?

Ríen, se empujan, brincan, forcejean.

Dan saltos curvos, fantasiosos, dan

sonoras volteretas y planchazos,

pronto olvidan la trama de Silvano.

Llegan nadando sin prisa unas chicas

y en el transcurso paran, se salpican,

ríen y se zambullen, otras gritan,

acaso por un roce repentino,

y la culpable aparece unos metros

más allá, sonriendo, con fingida

malicia, y en la frente lleva escrito

el próximo pellizco y se sumerge

de nuevo, renovando todo el rito.

GAVILÁN

Muchachos, me parece que tendremos

una buena alegría para el cuerpo.

Se sientan en un renglón, como unos jueces

que hubieran de anotar las puntuaciones

al mismo borde de la plataforma.

NEMOROSO

Mientras vienen y no, Silvano, cuenta

de una vez qué pasó con Galatea.

SILVANO

Cuando volvimos de la Arcadia, vi

un mensaje, decía que la viera,

que no había con ella nadie más.

Me acerqué por la calle que da al horno.

La puerta estaba abierta y ella estaba

fatigando sus dedos en un cuenco,

de espaldas, con el pelo recogido,

y estuve allí mirándola en el umbral,

hasta que se deshizo de su moño

un sátiro mechón, trigueño y lacio,

que apartó con el dorso de la mano

dejando un rastro blanco en su mejilla.

GAVILÁN

¡¿Quieres sacar los bollos de una vez?!

SILVANO

La abordé por detrás y entré mis manos

por entre el delantal y la camisa,

las holgadas rendijas, los botones,

probé en su cuello los dulces del día.

MARCO

Macho, si siempre hacen el pan así,

no volveré a comprar el pan allí.

SILVANO

Un vendaval de telas y de paños,

de trapos, los faldones de su blusa,

sus tejanos ceñidos, ¡un botón!,

grande y redondo, frío, metálico.

Despacio le bajé los pantalones,

los volantes bordados de sus bragas,

espumosas, volátiles y blancas,

el molde de su oreja, los azúcares

colgando de su lóbulo tan tierno,

entre sus glúteos densos me amasaba.

GAVILÁN

Muele el grano, molinera.

Muélelo fino y despacio,

hasta que quede bien blanco.

Muele el grano, molinera.

SILVANO

Soltamos todos los nudos y lazos,

se extendió de bruces en la mesa.

Su lomo curvo, su loma despierta,

sus pechos rebozados en harina,

sus pechos blandos y su piel de crema.

GAVILÁN

¡Joder, Silvano, menudo polvazo!

MARCO

¿Pero no se entendía con Urbano?

NEMOROSO

¡Que le den! ¡Burgués asqueroso!

Hay que farolearlos de una vez,

son unos bucaneros redomados.

MARCO

¿Cómo farolear? Tú eres malísimo

al poker.

NEMOROSO

al poker. Tienes menos luces, Marco…

¿No has leído los Cantos moledanos?

Tampoco el Romancero legendario

del Vallès?

MARCO

del Vallès? Ya lo sabes, si hay película…

NEMOROSO

Ahí farolear es levantar

por medio de una soga a los burgueses

con la farola a modo de polea.

MARCO

¿Y solucionarías algo haciendo

eso? ¿Qué soluciona la violencia?

NEMOROSO

Marco, no puedes obviar que los actos

tienen sus consecuencias.

MARCO

tienen sus consecuencias. Todos tuertos.

NEMOROSO

El mismo Maquiavelo postulaba

que el poderoso debe procurarle

a su pueblo una mínima decencia.

MARCO

Por muy injustos y crueles que sean

nada te da derecho a comportarte

como una bestia.

NEMOROSO

como una bestia. Ellos son bestiales.

GAVILÁN

Déjate de quimeras, Nemoroso,

tienes ideas de bombero, tienes

ansia de antorcha y hambre bolchevique.

MARCO

¿Tú que opinas, Silvano, crees que habría

que atarles la corbata a los burgueses?

GAVILÁN

¡Eh, Silvano! Ya está otra vez pasmao…

SILVANO

Los volantes tan dulces de sus bragas,

nubes cortadas, algodón despierto,

mis dedos brisa y sus volantes vuelo.