El pasadizo desemboca, al final, en la plaza del Pou. El pozo está cegado, o eso dicen, así que ya no hay pozo en la plaza, pero el brocal, aquel murete de piedra erigido en tiempos de superstición y horca, da idea de abismo de negrura terrible.
Anagnórisis de los dos amigos o El encuentro del bachiller Joan Pere con el Guiraut de la Escombrera
cavilaciones como las callejuelas aquellas. Tenebrosas, tortuosas, arcaizantes. Camina, sin embargo, porque, leyendo de mala gana cierto pliego que estuvo de moda hace ya unos años, ha dado con la manera de robarle un beso a su Aldonça: el bachiller Joan Pere necesita con urgencia un ejemplar...