Immaculada, mestressa de casa

Millet, El Ángelus, 1857-59, detalle del hombre.

La Immaculada asumió con naturalidad el resignarse ante lo que viene dado y no se puede discutir: «són faves contades, filla».

El sueño del Bernat

En el camino de vuelta a casa, se ha parado a coger unos espárragos y unas piñas piñoneras y, como no ha encontrado bonitas las flores del campo, se ha llevado unas ramitas de romero para su mujer. Hace días que la ve un tanto pachucha...

Las lentejas de la Immaculada

La Immaculada quiere y no quiere tener hijos. Si pierde la cuenta de las lentejas que lleva cribadas, quiere dos niños rubios y gordos como un pan de pagès. Si repara en el número de los granos podridos, no los quiere ni ver: ni a los...