Joaquima, casada

Tolouse-Lautrec, Poudre de riz, 1887, detalle de la mujer.

La pena por sí misma no le dura nada. La pena por sí misma la encabrona y, el trecho que va de la plaza a la puerta de su casa, la Joaquima lo cruza con paso firme y furioso.

La Joaquima y el mendrugo de pan seco

La Joaquima baja temprano a por el pan y, pasada la plaza mayor, se cruza con el Ros y su señora: «Bon dia». «Bon dia». «Bon dia, adéu». «Adéu, adéu». «A Déu siau» lo espeta, muy seca, la señora del Ros, que es una mujer que acostumbra...