La pena por sí misma no le dura nada. La pena por sí misma la encabrona y, el trecho que va de la plaza a la puerta de su casa, la Joaquima lo cruza con paso firme y furioso.
La Joaquima y el mendrugo de pan seco
La Joaquima baja temprano a por el pan y, pasada la plaza mayor, se cruza con el Ros y su señora: «Bon dia». «Bon dia». «Bon dia, adéu». «Adéu, adéu». «A Déu siau» lo espeta, muy seca, la señora del Ros, que es una mujer que acostumbra...