[...] prefería darse una vuelta por los puestos de frutas y verduras. Solía ir a la Remei, una muchacha muy despierta y risueña, que vendía peras, manzanas y melocotones en la tienda más humilde de la plaza. Por humilde, vale leer pequeña, tanto, que todo allí se acumulaba, un poco como en ella.
El Joanet sin sueño
El Joanet no puede dormir. Hace rato que piensa que debería distraerse pensando en cualquier cosa, por dormirse, pero la verdá es que no tiene nada en qué pensar y, como no duerme, piensa que no duerme y, pensando que no duerme, no duerme. Es más, se...
Las lecciones de l'Encarnació
Se añora de hace un rato, cuando estaba metida en la cama y el sol, muy perezoso, se colaba por la ventana de su habitación. Las sábanas le estaban haciendo mucho bien desque la despertara el ruïdo de la hora fabril que lleva a la gente...
La dicha de la Remei o La determinación de los miserables I
Visto de fuera, l'Aleix no comprende a qué responde la dicha de la pobre Remei. Él ha llegado a su puesto de frutas huyendo de cierto aire sombrío que va tras sus pasos y ella solamente ha sabido responderle con una sonrisa sincera y franca: «Voldràs un...
La desdicha de la Remei o La determinación de los miserables II
para nada. Dan las diez en el reloj de pared. Hoy era el día. Hoy tenía que ser el día. L'Enric vuelve la vista a los versos de la égloga primera. Afuera, las paredes son las mismas. Todo sigue igual. Ella no llega. Ella, que está por...
Diálogo de la azotea o La resignación de las feas
unos pocos escalones más, antes de abrir la puerta. Luego sale a la azotea y recibe todo el azul del cielo en los ojos:
—Quin dia, tu!
—Veritat?
L'Encarnació baja la vista a los tejados del barrio y, como se le antojan prosaicos de aburrimiento, se vuelve sobre sus pies...