Luego hablaron de otro joven, un tal Francesc, que batía el hierro al rojo vivo y tenía el pecho fornido y caliente como el horno de la fragua.
El Joanet sin sueño
El Joanet no puede dormir. Hace rato que piensa que debería distraerse pensando en cualquier cosa, por dormirse, pero la verdá es que no tiene nada en qué pensar y, como no duerme, piensa que no duerme y, pensando que no duerme, no duerme. Es más, se...
La vuelta de l'Aleix
L'Aleix se patea las llambordes del casco antiguo a media mañana de un martes cualquiera y no repara ni en las meadas, ni en las pintadas, ni en los rotos de las paredes. Está enamorado y apenas toca el suelo que pisa. No hay cielo en las...
Parlamento del Macías y el bebedizo de orines de lobisome
Sabe, oh pueblerino, que'l Macías ya penaba de amor en su más tierna juventud. Andaba sin norte el día que la vio por primera vez: era la judía, ojos verdes, más bonita del barrio. Llevaba la fruta roja en el cesto y el cabello, recogido bien alto...