Libro de fábulas del maestro Miguelillo

Fábula de la hormiga y los sapos de la audiencia

Otra muy ingeniosa del maestro escuela

En el reloj de la audiencia, a media mañana, pegan unos rayitos de sol muy buenos que dan mucho gusto y no poco sueño a quien los mira. La hormiguita, obrera de nacimiento, acude a su cita a la hora en punto. El bedel la recibe sin entusiasmo. Le indica su sitio en la sala, un banquito cubierto de musgo que está en frente del tribunal de los sapos de la charca, y se pasa la lengua llena de babas por un ojarro sin párpado.

La salamandra del bedel

Cada día veo menos, yo.

La hormiguita

Vaya…

El bedel de la salamandra

Ya le digo! Desque me dejara mi Ajolotita, que'n el lago esté, no levanto cabeza, no…

La hormiguita

Ya lo siento.

Un sapo de la audiencia

Orden, señores, orden! Vamos, croac, todo el mundo a su sitio…!

El bedel se retira a la paz de la solana, junto a las frondas de un helecho, y la hormiguita se queda sola ante los sapos magistrados de las grandes papadas.

Otro sapo

Bien, bien. Buenos días, señora hormiga.

La hormiguita

Hola.

El mismo sapo

Trae usté defensa?

La hormiguita

Sí, ahí viene nadando.

La rana togada cruza las ondas oscuras de la charca con unas brazadas espléndidas. Luego salta sobre un canto rodado y, en un abrir y cerrar de ojos, se zampa de un bocado a las mosca cojonera que andaba zumbando por los aires.

La rana togada

Creeec! Buenos días a todos.

Un sapo de la audiencia

Buenos días, letrado.

Otro sapo

Croac! Comenzemos, pues.

Un tercer sapo

Señora hormiga…

La hormiguita

Sí?

El mismo sapo

Esta audiencia la ha hecho llamar con motivo del impago, reiterado en el tiempo, de ciertas letras de cambio cuyo importe debía remitir a don…

El sapo magistrado consulta unos papeles mojados.

El mismo sapo, que podía ser otro

A don Escarabajo Pelotero, usurero.

La hormiguita

Sí.

Un cuarto sapo

Lo conoce usté?

La hormiguita

A don Pelotero?

Otro sapo

A don Pelotero, claro.

La hormiguita

Sí.

El mismo sapo

Y conoce usté la apostilla segunda que viene expresada en la cláusula tercera del documento mercantil, sobradamente amparado en la ordenación primera de los estatutos de la charca, según la cual usté, y sólo usté, croac, se somete a…

La rana togada

Protesto, crec!

Un segundo sapo

Croac! Pero por qué?

La rana togada

Crec! Mi defendida, doña hormiga, no puede saber de qué le está usté hablando, señoría…!

Un tercer sapo

Y eso por qué, letrado?

La rana togada

Porque es de pueblo.

Un cuarto sapo

Croac! Es usté de pueblo, señora hormiga?

La hormiguita

Hormiga del campo, señoría. De las que se suben por los troncos y ponen pulgones en las hojas de los frutales…

Un segundo sapo

Vamos a ver, señora… Pero sabrá usté que un escolio es un escolio.

Otro sapo, que podría ser el mismo

Croac! Aquí, y en cualquier charca de la meseta!

La rana togada

Protesto, crec!

Un sapo cualquiera

Se sujete el letrado.

La rana togada

Pero…!

El mismo sapo

Ni pero, ni pera. Señora hormiga, cuéntenos, croac, cómo fue todo.

La hormiguita

Desde el principio?

El mismo sapo, que podría ser cualquiera

Croac, sí.

La hormiguita

Yo me vine con mis larvas del pueblo hará cosa de unos tres meses, señoría, y lo que's al principio, pues bien, tirandillo, pero luego nos fue faltando de todo y, al final, llegó un punto en que mis pequeñas, las pobrecitas, comenzaron a morder las patas de las sillas del hambre que pasábamos en casa, imagínese usté, señoría, así que me fui para la calle, a por pan, por no sentarme más en el suelo.

Un sapo

Está bien, está bien. Y, entonces, cuándo conoció usté a don Pelotero?

La hormiguita

El día no lo sé, señoría. Yo andaba buscando unas migajas de pan por las aceras y el muy escarabajo me ofreció todo un coscurro si le firmaba unos papeles, yo.

Otro sapo

Y usté firmó esos papeles?

La hormiguita

Sí, señor.

Otro sapo, que podría ser el mismo de antes

Y se comió el coscurro?

La hormiguita

Sí, señor, y las miguitas que quedaron en el suelo.

Otro sapo

Y no pagó, llegado el momento, las letras de cambio a don Pelotero?

La hormiguita

No, señor, que yo no podía saberlo.

Un sapo distinto

Croac! Qué cosa, señora hormiga?

La hormiguita

Que pidiera por el coscurro lo que cuesta una barra de cuarto…! Con lo poquito que pesa una hormiga, señoría!

El mismo sapo de antes

Croac, sí! Pero esos papeles, señora hormiga, la comprometían a usté al pago del pan entero!

La hormiguita

Y por qué no lo dijo ansí?

Otro sapo

Y cómo imagina usté que acumula sus pelotas don Pelotero?

La hormiguita

Me lo callo. Por respeto a los juncos y a las ovas de esta sala, no les digo a ustedes lo que pienso del muy escarabajo. Que una, antes que obrera, es hija de hormiguero!

Un sapo

Ya.

Otro sapo

Puede o no puede usté liquidar las cantidades exigidas por don Pelotero a su persona?

La hormiguita

Eh?

El mismo u otro cualquiera

Responda.

La hormiguita

Ea, que no puede ser! Que no tiene una bastante con los papeles fulleros, c'ahora tengo que darle su parte a la toga de la rana para que nos entendamos todos, señoría!

Un sapo

Croac que sí!

Otro sapo

No lo dude usté!

Cualquiera de los sapos

El letrado está aquí para asistirle en el proceso!

La hormiguita

No veo cómo si no tengo con qué pagarles a todos ustedes.

La rana togada

Crec, protesto!

Un sapo

Croac en la sala! De lo suyo, letrado, ya nos ocuparemos más tarde. Señora hormiga…

La hormiguita

Qué?

Otro sapo

Se hace usté cargo de los cargos que se le imputan?

La hormiguita

Que si lo'ntiendo?

El mismo

Sí.

La hormiguita

Pues claro.

Un tercer sapo

Y dígame, señora hormiga… Eran esos papeles estos papeles?

La hormiguita

Eso parece, señor.

El mismo sapo

Y sabe usté leer positivamente?

La hormiguita

Letras, sobre todo.

El mismo sapo, un terccero

Y comprende usté cuanto se recoge en la apostilla segunda que viene expresada en la cláusula tercera del susodicho documento mercantil, amparado, como se ha mencionado anteriormente, de manera sobrada en la ordenación primera de los estatutos de la charca, según la cual usté, y sólo usté, se somete a…

Enseñanza

La hormiguita, que en su vida ha visto un escolio vivo, no se cuestiona el mecanismo fabuloso que le permite entenderse con las grandes papadas de los magistrados. En su lugar, menea graciosamente las antenas y se pregunta por qué no llamaran a las cosas por su puñetero nombre, como en el pueblo. La enseñanza, a la postre, consiste en esconderse a toda prisa si un niño pasa cerca de la charca y tira una piedra. El agua, después de la pedrada, estará siempre menos turbia que cualquier respuesta.