Correspondencias y otros mitos

Danza macabra

A Felisa

Aún no es tierra, humo y polvo, sombra;

y si será la tierra, poco importa.

Fulgores y lamentos, en la caja,

un millón de cristales negros

cubren las lágrimas.

Áridos azadones

están llamando a casa

(azada tras azada)

llaman y dicen voces, suenan, llaman.

Velan murmullos fuera. En la sala

el ahogo de un rostro.

Más adentro en los bancos de la calle

fuman.

Y un suelo acuchillado de miradas perdidas

espera en cada esquina.

Aún no es tierra, polvo y sombra, nada,

y un velo negro alzándose en el cielo,

el velo que nos queda de su cara.

El humo sube, tímido.

Entre el romero, callan.

Nadie se mira mientras sube el humo.

Sube y sube.

Algunos fuman. No han dejado nunca

de fumar.

Otros se abrazan en silencio.

Se abrazan.

Traen coronas de bálsamo.

Traen sonrisas de lata.

Aún no es tierra, sombra y nada, polvo,

quieren que dance al viento

entre las flores

bajo los olmos.

¿Nos queda su memoria?

Permítame la duda.

Quieren llevarla a Montserrat

fuman y fuman

(su última voluntad).

Aún no es tierra, nada y nada, sombra,

la sombra de su polvo,

la sombra de su sombra.