Correspondencias y otros mitos

Paseaba Juan Bolero

Paseaba Juan Bolero

por los Cerros de la Arenga

—primavera de sus días,

temporada de la siega.

En un cruce de caminos

vio a una serrana morena

con el paso muy alegre

y ajetreando una cesta.

«¿Adónde vas, muchachito,

adónde vas por la sierra,

no ves que no encontrarás

allá arriba más que peñas?

»Mi cabaña está en la umbría,

allá en mitad de la senda

que baja a los tiernos pastos

de las rústicas haciendas.

»Mi marido está en el valle

pastoreando las bestias,

tengo el puchero en la lumbre

y no tengo quien le atienda…»

«Sabe bien, doña lozana,

que acompañarla quisiera,

pero a su señor marido

no lo conozco siquiera

y dudo que él tenga el gusto

—yo por él no lo tuviera.

»Descuide, que de comida

tengo la bolsa bien llena

y aún en este momento

tengo bien firmes las piernas,

y si ahora voy abajo

y me harto de meriendas,

a la tarde, bien servido,

habré cargado flaquezas

para subir el camino

en la hora en que anochezca.»

Y así siguió Juan Bolero

su camino por la sierra

—primavera de sus días,

temporada de la siega.