A, en su camino
Esperas a que suene el timbre en esa
silla vieja, vencida por los años,
esa silla plantada en la tarima
de instituto de pueblo.
Esperas en silencio mascando aquel recuerdo
de aquella niña dulce de apenas doce años
que casaron contigo.
Nadie se preocupó de si la pederastia,
porque eras un señor, en el mejor
de los sentidos, bueno.
Esperas con paciencia a que terminen
una clase y las clases sucesivas
en esa silla vieja de la vida.
Y ya se marchan tus alumnos otro
día,
ya se marchan de nuevo no sabiendo
hacia sus casas.
Tú te vas de tu silla sí sabiendo,
te marchas a un camino polvoriento.