Moledo solo

CANTO V

Entre las zarzas descubren la muda

de la culebra, la más grande que ellos

hayan visto. La cuelgan en las ramas

como un trofeo, sacan dos tochanas

que colocan fingiendo ser dos postes,

luego fingen la tierra hierba, luego

fingen una barrera. Chutan faltas.

Sólo recuerda la Fiebre, las deudas.

La Muerte reclamándole su grano,

sus capones. La Muerte con un hábito

de esparto y una cruz de piedra blanca.

Y la Fiebre sentada, silenciosa,

a los pies de su cama,

envuelta en un sudario verde musgo

y una mirada larga y amarilla,

unos pies oxidados como azadas.

A través del estrecho ventanuco

entran las quejas de su hijo menor.