CANTO XXIII
En el casino oscuro, la negra lotería,
en el hogar de apuestas, dulce hogar, bienvenidos,
en el desenfreno
voraz de unos colmillos que devoran
los panoramas,
que se lo comen todo: el coño de la puta
y las miradas de envidia del resto.
Y todos, onirantes, fantaseados, putos,
lamiéndose los límites antropomórficos del culo,
los límites seguros del cosmos conocido.
Sueña un sueño sin barrotes,
canta un dulce ronquido sin trapos ni colchones:
los velos de este mundo pueden ser sexo a todas
horas o fe y delirio de llenarse el bolsillo.
Será un gigante en bosque de traje o la Selva Negra
implacable en el mapa. Será la talla y piedra,
la sombra dura y recta, nuevo dios sin arrugas.
Salvará con su negra simiente el fuego exiguo
de la débil estirpe de la vieja
Europa entumecida.
Y dejará en sus hombros el peso del negocio
que ya se sabe, la mujer, tan rubia,
tan florero,
no tendría el vigor y la ambición
necesarias.
Y aprenderá el negocio y los negocios
colindantes.
Y traerá para todos ideas asombrosas,
businesses kilométricos y vírgenes,
le traerá el pater familias consejos
que sabrá mejorar su inteligencia.
Y un día al fin, al lado de su mujer, tan rubia,
tan florero,
será suya del todo (O suya por completo.)
esa pater potestas antigua como el cielo.
(El yo lírico ve, sabe, respira el golpe
del cauce sin principios del tiempo que no es tiempo.
Y lo entiende sin sed, extático y pasmado,
una contemplación de sí mismo sin sigo.)
Voy a cantar sin yo y con todos los yoes
que no soy y estoy siendo, porque soy y seré
un yo más yo que todos, un yo en todos los otros.
Y vendrán como un gozo
críticas como aplausos y manos como elogios.
Bustos de marmolina ciegos en los estantes
con la efigie perenne de aquella juventud
tan mía.
Y mi nombre en las ondas FM
y en la AM y en la tele pública,
a ciertas horas de la noche, horas
silenciosas y herméticas, un foco en la negrura
de un plató.
Y glosas destos versos y la justicia al fin
y borbotones claros del mérito en la historia.
Un lugar en el último peldaño
del friso literario.
Y estos versos candentes en las aulas
y un silencio de cátedra, los alumnos los beben
y los proclaman luego, sinceros, en sus huelgas,
en sus tweets, en sus foros, en la pared de un parque.
Entienden en mis versos su mundo de a diario.
(Mendigándole versos a la noche,
quién sabe si a la almohada.)
Gangalot todo velos y turbantes,
almohadones, laúdes ondulantes
y pies descalzos.
Sueña en su siesta sin ronquido un mundo
de yo a yo, su harén
de cien Ihssanes, una y una y una.
Vergel del dátil dulce sin más polla
que la suya.
Patios, palmeras, vidrieras de cobre,
luz y fuentes, canciones leonadas, y mamadas a todas horas,
la danza de pies
descalzos
y cien velos de tripi y cuencos y arabesco
sy frutos dulces, vino y miel,
su barba sin piojos, las alfombras sin sarna,
y pies descalzos
y piesque su imaginación
no alcanza
de tan descalzos
de tan pies
los hilos de las plumas en zarcillos sin sombra
los rizos en las nucas los abanicos fuentes
sin vello
sin vello y sin espejo
sin más sombra que el humo de su pulso
y un gozo de alcaloide
que se complace a sí mismo en su éxodo oculto.