Noches en Poderna

Las tribulaciones de la reina pía

Martínez de Ampiés, Libro del Anticristo, Burgos, Fadrique de Basilea, 1497, detalle de la estampa del folio 5 recto.

Rumores de palacio

Lo hablan de cierta reina, muy pía. Yacía junto a su esposo, el rey, una tarde de alcoba cualquiera, y, a medida que el calor nupcial menguaba en sombras, la joven languidecía en pensamientos tristes, voces graves que huían apenas de entre sus labios, encarnados como rosas. El rey, su esposo, quiso no escuchar y dormirse, un rato al menos, pero la candidez de palabras tan tiernas movió su corazón a compasión y, vuelto a enamorar, dijo «no temas más por la simiente derramada — en tu pecho, tus mejillas, tu vientre… El alma sólo consiente en la unión, así que nada se pierde. Piensa, por el contrario, en los trabajos que habría de sufrir tu grácil figura si diese cobijo a todos y cada uno de ellos, mi vida», y besó su frente dulcemente. «A todos y cada uno de ellos», se dijo ella, muy quedo, y volvió los ojos al cielo antes de comenzar a rogar, pobrecitos, por todos y cada uno de aquellos desgraciados.