poderna

30 de mayo de 1991

La lámpara del salón arrojaba un islote de luz en mitad de la noche y el Paco guardaba cierta consciencia de que su ventana era la única de la calle que estaba iluminada a última hora. Una simple lámina de cristal lo separaba del mundo exterior. El...

26 de marzo de 1991

—No podemos saberlo. No ves que la gente normalmente se muere dentro de sus casas?

—Pero un día se llenará, no?

—Tú crees?

—Fijo, tío. No's tan grande, eh?

—Po'todavía no s'ha llenao, que yo sepa.

—Ya. Eso sí.

—Y ya s'ha muerto mucha gente, tío. Piensa, si no, en toda la...

14 de febrero de 1991

El entierro de los restos mortales del pobre Javier O. (el acto físico de lo que entonces era meter la caja dentro del nicho) se produjo unos minutos después del entierro de su propia hija, la pequeña Maruja O., en el hueco de al lado...

11 de febrero de 1991

O tarde. El Javi no podía saberlo. La persiana estaba echada todo el puto día y apenas se colaban unas rayitas de luz por las rendijas de la ventana que sólo le daban para saber si seguía habiendo claridad fuera o no. Su mujer lo quería as...

7 de febrero de 1991

Cerró la puerta del cuarto de baño y echó el pestillo por si acaso, «clap». No había nadie en casa, casi nunca había nadie en casa con ella, pero era mucho mejor así, porque nunca se sabía, eh? La Olga tenía doce años y no tenía nada...

El misterio de Sant Mena

Reja, Paseo del castillo de Sentmenat, 2011.

Elegía de terror.

11 de marzo de 1989

El tufo chungo de las farolas le daba muy mal rollo a la Alba. Andaba sola por las calles desiertas del barrio de Can Baixeres y, cada vez que buscaba en el claro de una farola, en lugar de quedarse con la luz sucia de niebla, se...

Pago previo

Debo estas líneas a mi viejo amigo David B. por enseñarme su pueblo de mierda.

29 de octubre de 1989

Por no encenderse un piti, la Raquel había estado cerca de una hora y media mascando chicle de fresa. El mismo todo el rato. Quería dejarlo. Bueno, quería empezar a intentarlo (lo de dejarlo). El tabaco era una cosa mala y sucia, tía. Quieras que no, acababa...

16 de noviembre de 1985

Bien mirado, l'Anton M. no sabía dónde había metido los últimos días de su vida. Seguía, de algún modo, detrás de las cortinas del salón, esperando. Había ido a currar sin falta. Había dormido sus horas. Había comido lo de siempre. Y, después de todo...

Historia del viejo del guardacantón

Bartholomaeus Anglicus, De propietatibus rerum en romance, Toledo, Gaspar de Ávila, 1529, detalle de la estampa del folio K4v, y Les bruixes catalanes, Los libros del cuentamiedos, 2009, grabado de la página 99.

Folletín donde se narra la vida del podernita Bonaventura.

Historia del viejo del guardacantón I

Amades, Costumari català, Barcelona, Salvat Editores, 1950, tomo II, página 217.

Bonaventura nació pobre. Fue en una mañana de primavera, en los tiempos en que se levantaban fábricas para el provecho de los hombres en los arrabales de la vieja Poderna. Lo recibieron con alegría. De tan buen humor estaba su padre, que tuvo la ocurrencia de...

Historia del viejo del guardacantón II-VI

Amades, Costumari català, Barcelona, Salvat Editores, 1950, tomo IIII, página 340, detalle del carro d'en Dalmau.

A primeros de año nuevo, cargó el carro de bienes de la granja de Hiltrud y partió en busca de la aldea más cercana:

—Waar?

—Volg het pad, Bonventur.

Y señaló hacia poniente:

—Ongeveer vijf leagues…

—Fai'ligues?

Y miró a la Griteta y la niñita se lo dejó mucho más claro:

—Això's molt...

Historia del viejo del guardacantón II-IX

Amades, Llibre dels somnis, Barcelona, Editorial Selecta, 1979, página 26.

Hiltrud, a su lado, estaba más contenta. Le apretaba la mano a su hombre con cariño y pensaba, por pensar en algo, en el nombre que le pondría a la criatura que se revolvía en su vientre. Quizá fuera el momento de preguntar por la abuela...

Historia del viejo del guardacantón II-II

Al día siguiente no llovió. Al otro, Bonaventura se levantó dispuesto a reparar el tejado con los tablones que habían dejado en el salón. Dio los buenos días a la pequeña Griteta, «¡Bon dia, ratolina!», y pidió herramientas a la dueña de la casa, sin más:

—Mestressa… ¿estris...

El forn de les bruixes

Paisaje Romancer

Era el forn de Sant Vicenç|allà al costat de la plaça.

Feien els millors croissants,|que millors no’ls fan a França.

A Mollet tots ho sabien,|a Mollet i a les contrades,

prò Forn de Sant Vicenç|la gent no l’anomenava.

Li’n deien Forn de les Bruixes|en honor de les germanes

que servien aquells dolços|i...

L'herald de la Garriga

No era l’herald més ràpid,| l’herald de la Garriga,

prò era sabut dels nobles| que al Vallès no hi havia

missatger més fiable| ni amb més gallardia.

Les dames dels senyors| en sabien les mides

i li feien l’ullet| i, fins i tot, carícies.

Un senyor molt gelós| de la seva bonhomia

va...

Els minyons de Sant Fost de Campsentelles

Els minyons de Sant Fost|eren cinc, eren quatre,

bé jugaven al bosc|bé feien gamberrades.

Una tarda d’estiu,|a l’agost una tarda,

cansats de malifetes|per carrerons i places

van baixar pel congost|de les grans canonades

que creuaven el poble|fins a la serralada

perquè els dies de xàfec|amb les...

En Manelet, el curiós

En Manelet se’n va anar

als camps aquells on sembren

les sembradores del cérvol

un matí de primavera.

Ningú no gosava anar-hi

quan marxaven en filera:

“A sembrar només hi anem

les que’ns estem per casar.

Després vindran els mascles

i la terra els donarà.

Amb les banyes d’aquest cérvol

que la terra j’ha solcat;

amb les...

CANTO XLVI

La señora asomada en el balcón

fuma escrutando al negro jardinero,

fuma despreocupada allá en su blusa

abierta a los deseos de su cuerpo,

blusa como banderas en el viento.

“Natalia, no es que tú no me intereses,

es que no me interesan las mujeres.”

Y se lo dice así, sin más, sin peros.

Natalia...

CANTO XXXVI

Las tardes ya se vuelven noche, tarde

a tarde, más angostas, sube un vino

por los muros verdosos de la tarde,

los pámpanos resecos de la tarde.

Malla maldice al gordo Abad que le ha

separado a sus hijos, los ha echado

a los caminos, en una diáspora

de su sangre y la sangre...

CANTO VI

En la noche caldosa, el enjambre

de calor pegajoso se le cuelga

del aliento, le encharca los pulmones.

Pedalea pesadamente, frena

lo mínimo, por no perder la inercia.

Las duras cuestas; y el pedal, tan rígido;

y el asfalto, volcánico; las luces,

exhaustas; el pedal, duro...

CANTO XXXIII

Desde una esquina del Longarón, ven

al vell Ramon, el rojo tullido tan simpático.

Lo ven que mira a todas partes y lanza un huevo

que se estrella en la puerta negra del Legionario,

ven

que sale claudicando a toda prisa.

“Senyor Ramon!”, le gritan los muchachos.

“Calleu, marrecs! Veniu a casa, vinga!”

Y se...

Los himnos de M

Esas guirnaldas de escarcha, cebollas

arrancadas del llanto de un cabrero,

que se pudrieron en los grises muros

de una cárcel cualquiera, se murieron

con anhelos tardíos de objeción,

entre sueños de indulto se murieron.

Las paredes selladas de humedades

a cal y...

Las llagas de J

Y por la herida abierta de tu voz

no hay respuesta y te pierdes temeroso

un laberinto recto de silencio

como un humo que palpa la pared.

Gimes un canto a nadie

tal vez a nadie

y la vida te pasa por encima

indiferente

te pasa por encima con su noche de llagas y...

A vision of P

Va en busca de la imagen exacta, de los versos

auténticos, certeros, prepara la tormenta:

el descenso secreto a su inframundo.

Pero detrás del mono y de la cáscara,

debajo de los nudos de Jung y de sus vísceras,

encuentra el yo, osado, delincuente mental,

La garganta de A

Mientras crecen tus barbas en un parque de San Francisco

viendo el trino de un pájaro y un verso,

tu editor suda rayas verticales, suda torsos y suda pollas en la instrucción

del fiscal del Estado.

El pobre ha cometido el craso error

de publicar un libro de poemas.

El juez escucha con...

Égloga III

Noche cerrada, sudorosa y cálida.

Silvano y Gavilán en la penumbra

y de espaldas al mar, se van fijando

en las gentes que pasan de paseo

mientras esperan, con ansias, a Marco

recostados en hondas reflexiones.

GAVILÁN

Si hay que multar la contaminación

acústica, también la visual.

SILVANO

Tiene una órbita de canelones.

GAVILÁN

¡Arrg, s...

Égloga XI

La cera pesarosa de la tarde callada

moquea por las blancas paredes en el cuarto

de Belona enclaustrada, y al punto (pegajoso),

se mete Galatea, que palpa en su figura

las largas, negras crines de alguna cruel enjundia:

un sobrepeso de algas le flota por los ojos

y el áspero fantasma de su...

Epílogo

Este es de los que no escribió Ernesto Barroso,

pero lo inspiró grandemente.

Rogad por su hipoteca.

Gavà, 17.05.2016

Égloga I

El jocoso charlar de dos muchachos,

entretenidos junto al MARE NOSTRUM

en lanzar faunos estridentes, crispa

la crecida marea de burgueses

respetables, su triunfo de almidón.

Sentados en la orilla se solazan

con el fluir de los blancos rebaños

de bolsas y compresas, con la brisa

que pellizca sus pies entumecidos.

Una salva de aplausos y...

Los ávidos

Yo los he visto sucumbir a veces

en tus lánguidos brazos como un verso

al amparo de saberse tuyos.

Mueren sus días por llevarte dentro,

mueren sus noches por que les ofrezcas

el dulce fruto de tu carne abierto.

No conocen el último bocado

Como una puta

Como una puta, te acercaste anoche,

ni en celo, ni mojada, ni el placer

te movía entre sombras hacia mí.

Fue un deseo tan humano, tan práctico

como el deseo de extender la pierna

y encontrar algo más que tanta sábana.

Y te acercaste a m...

El andamio

Yo me crié debajo de un andamio

escuchando poemas descarnados,

maravillado de vuestra honradez.

Yo empecé como muchos empezaron,

como empezaron ellos sin saberlo,

desahogando pasiones con palabras,

levantando fachadas de papel,

encofrando metáforas antiguas.

A mí también me gustaría estar

borracho para verlas doblemente

Albada

Y gime con insidia, tan feroz,

la hora concertada de a diario.

Alzaos, mi amor,

Lo busca el chico (ciego), y bosteza

la muchacha saliendo de la cama.

que llega el alba.

Coge el batín, lo anuda a su cintura

cubriendo su desnudo...

Jettel que te quiero Jettel

Garcilaso de la Perra, Jettel que te quiero Jettel, Cerdanyola del Vallès, La Cesura, 2011.

Obras casi completas de Garcilaso de la Perra. Edición a cargo de Ernesto Barroso.